En España conocemos buey-taxi. Es un típico medio de transporte de las paradisíacas islas Seychelles. Es un vehículo lento, tanto que permite darse placenteros paseos por playas admirando el entorno.
En la localidad de Monte, los lugareños se inventaron en el siglo XIX los carros de cesto, una especie de asientos de mimbre amortiguado colocados sobre patines de madera, que se desliza cuesta abajo. Son controlados por dos pilotos que van detrás.
El ‘norry‘ es un vehículo ferroviario que estilo barcaza de bambú, que recorre rieles y que llega a superar los 50 kilómetros por hora. Goza de gran popularidad por su rapidez, frecuencia y bajo precio.
El Amfibus de la ciudad holandesa de Róterdam, flota. Este prodigio de la ingeniería fue pensado para poder seguir ofreciendo transporte aunque se desbordasen los canales. Se utiliza como autobús de rutas turísticas.
Lo normal no es que el tren vaya por debajo de la vía, sino al revés. Pero en la localidad alemana de Wuppertal querían innovar, así que crearon un tren monorraíl suspendido. Recorre 13 kilómetros a una altura de ocho metros sobre las calles de la ciudad. Transporta a más de 80.000 viajeros diarios.
El ascensor de Trampe, el primero y único en su especie, ayuda a los ciclistas a subir 150 metros de cuesta que divide al pueblo en dos alturas. La idea es sencilla: pones el pie en un impulsor que lo empuja, y al ir montado sobre la bici, el vehículo va con tu pie.